La interpretación facial es otra herramienta para el reconocimiento personal y social. Recordemos que el significado de fisiognomía según el Diccionario de la Real Academia Española, es el del arte de «juzgar por el semblante y por el aspecto físico».
Podemos entonces, antes de conocer a las personas en convivencia o pláticas, conocerlas por el hecho de observar su rostro. Este es un proceso que de manera inconsciente todos realizamos en nuestro día a día. Vemos rostros nuevos y de manera automática los etiquetamos como «buena onda», groseros, interesantes, mentirosos o agradables. Esta división la hacemos a partir de relacionar intuitivamente los atributos faciales de gente nueva, con las personalidades de individuos que ya conocemos. En otras ocasiones, cuando no logramos vincular esa cara con otra ya conocida, simplemente es «algo» en esa fachada lo que nos habla (o a veces nos grita) una característica de su personalidad.
La morfopsicología nos ayuda a ser más conscientes del significado de esas características físicas y de personalidad; no sólo se trata de realizar un análisis de los rasgos faciales, sino también de los elementos estructurales del rostro en conjunto con su contexto y la relación entre ellos.


La forma, el color y tamaño del ojo nos dicen mucho de un sujeto, pero nos dice más la ubicación de ese ojo dentro de un marco facial, en combinación con su nariz, contrastando con la boca y labios, completando a las orejas y equilibrando a las cejas.
Para el amante del análisis facial, se convertirá en tarea diaria, analizar (objetivamente) a la gente a nuestro alrededor, crear de manera más fácil y asertiva círculos sociales y de confianza. Esta disciplina no sólo es un trabajo orientado a quienes nos rodean, la aplicación personal es primordial para saber lo que mi rostro está expresando y ¿por qué no? modificar o enfatizar ese mensaje de manera voluntaria.
Al saber qué dice cada rasgo dentro mi rostro, puedo también direccionar de manera efectiva mi discurso fisionómico, haciendo ligeros cambios faciales: cambio de peinado, maquillaje, perfil al hablar con la gente, y el más importante, concientizar la emoción que ofrece mi rostro.
Así que aquí lo tienes, el inmenso poder social de tu rostro y su comunicación secreta. Si quieres explorarlo hasta sus últimas consecuencias, dirige tu «fascinante» rostro hacía nuestras próximas publicaciones.


María de Jesús Salazar
Directora académica de CEICM y profesora titular del diplomado de morfopsicología. A través del estudio del rostro humano promueve el valor del autoconocimiento. "Aprender a leer tu rostro es una manera de aprender a quererte y valorarte mejor. De mis clases la gente siempre sale amando sus arrugas".